Las modalidades de la expresión oral han cambiado.
En la antigüedad era normal hablar horas al pronunciar un discurso.
Hoy la celeridad y el esquema de pensamiento impuesto por la instantaneidad de los sistemas tecnológicos y las redes sociales obligan a expresar el mayor concepto con el menor número de palabras posibles.
En otras palabras, es necesario concretar las ideas.