Las pausas se originan por dos razones: Fisiológicas y lingüísticas. Lo ideal es que coincidan las dos.
Fisiológicamente vienen determinadas por la necesidad de respirar y lingüísticamente porque señalan el final de una expresión.
Las pausas sirven para puntuar los pensamientos, del mismo modo que la coma, punto y coma y punto, sirven para separar las palabras escritas en grupos de pensamientos.
Las pausas de distintas duración nos ayudan a separar las palabras habladas en unidades que tienen un significado en conjunto.
Psicológicas: cuando el ánimo del orador quiere permitir al auditorio un momento de reflexión.
Lógicas: se usan cuando lo exige el contexto y la frase, generalmente son breves; al término de una frase importante o de mayor duración, cuando se va a abordar un nuevo desarrollo, en cuyo caso no siempre será fácil distinguirlas de las pausas psicológicas.
Afectivas: cuando se desea suscitar la emoción del oyente.
Respiratorias: cuando agotada la respiración se hace forzosa inspiración.
Una modalidad en la pausa, es el silencio, especialmente querido y deseado por el que habla, se requiere mucho dominio de la situación y de uno mismo.
Las pausas en suma contribuyen a:
1) Respirar;
2) Pasar de un tema a otro;
3) Dividir ideas dentro de un discurso;
4) Ganar interés (las pausas que preceden palabras, sobre todo las más
significativas, hacen que su sentido se acreciente);
5) Reencausar la atención luego de una interrupción;
6) Crear climas;
7) Expresar emociones (como disgusto, miedo, amor);
8) Generar tensión o ansiedad en el público o interlocutor (reiteraciones de silencios de 6 a 7 segundos cada uno).
Una investigación demostró que los oyentes de un hablante que utilizó demasiadas pausas no rellenas lo percibieron como ansioso, colérico o despectivo.
Si esa relación se manifiesta por intervalos de tiempos breves o iguales, se habrá obtenido un ritmo rápido y monótono.
Si se manifiesta por intervalos de tiempo muy alejados entre sí o muy irregulares, no se advertirá el ritmo en el primer caso y en el segundo caso será caótico. El ritmo está íntimamente ligado con la velocidad en el habla.
Debe evitarse no obstante, caer en dos prácticas viciosas; el uso exagerado de la fuerza enfática y el uso del énfasis de manera continua.
Esta cualidad es la que nos permite identificar quien está hablando, sea por radio, TV, teléfono o personalmente, por el solo sonido de la voz.
Cada persona tiene su timbre o sonido peculiar de voz, esta dependerá de las condiciones individuales de los órganos fonéticos.
No debe confundirse el tono con la intensidad. Hay factores determinantes en la intensidad; la emoción, la circunstancia, el estilo, etc.