Aprender a hablar y callar.
Es muy difícil arrepentirse de haber hablado poco.
Pero hay mucho abatimiento y a veces remordimiento en haber dicho más de lo debido.
Hablamos muchas veces rápidamente y luego es que pensamos cada una de las palabras que pronunciamos.
La juventud, llena de energía e inexperiencia suele caer en el engaño del hablar ligero.
Con los años vamos aprendiendo que es mejor escuchar que hablar y que vale más contestar tardía pero sabiamente, que apresurada y neciamente.
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Gracias por opinión es vital y constructiva