Le doy cuatro motivos para hacerlo.
1. La comunicación eficaz vence el aislamiento.
2. La comunicación eficaz, es reproductora de principios e ideas.
3. La comunicación eficaz protege la libertad de expresión.
4. La comunicación eficaz presenta con excelencia los pensamientos excelentes.
Concibiendo esto, evitamos que nuestros discursos fracasen en su propósito y ocurra lo que John Haggay, célebre escritor cristiano, enumera ilustrativamente:
El profesor busca impartir sus conocimientos importantes y encuentra que los estudiantes están confundidos.
El abogado alega arduamente ante el Juez, pero pierde el caso.
El vendedor alaba sus magníficos productos, pero no vende.
El padre aconseja sabiamente a su hijo, pero el hijo no cambia.
El líder político presenta sus metas políticas justas a las multitudes, pero pierde las elecciones.
Y el predicador declara la eterna verdad de la palabra de Dios, pero la congregación se duerme.
En cada ejemplo, la posibilidad de convencer fue destruida porque la comunicación eficaz fue violada.
Los pensamientos valederos no tuvieron oportunidad porque no fueron presentados con excelencia.
El contenido percibido no concordaba con el contenido deseado y el efecto logrado, no fue el mismo que el efecto deseado.
Hablar es un don, dado por Dios solo a los seres humanos.
Hablar bien, es un doble don, porque permite llegar a la gente, darse a conocer, expresar los sentimientos y pensamientos y quizás lo más importante, convencer a los demás de que tenemos ideas y conceptos útiles y dignos de tomarse en cuenta, para el bien de la mayoría.
Toda persona que se proponga perfeccionar su forma de comunicación lo puede lograr, pero tiene que estar dispuesta a ejecutarlo.
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Gracias por opinión es vital y constructiva