Debemos hacerlo todo con calma y control del tiempo, incluida la preparación de la ropa y todos los efectos personales que hemos de utilizar
No practicar excesivamente, para evitar lo superficial.
Ejercitarse a última hora, al igual que ocurre con los exámenes en la escuela, solo hace que nos fatiguemos y nos quede una sensación de inseguridad sobre si estamos o no preparados.
Es necesario aceptar y confiar en que hemos preparado bien nuestra ponencia y que todo irá bien.
Se recomienda visualizar nuestro material, con calma, y de forma efectiva trabajar sobre puntos determinados o inseguros.
Debemos comer ligero, aunque suficiente, evitando todo tipo de estimulantes.
Es prudente llegar temprano y familiarizarnos con la sala.
Si es posible, es recomendable ubicarnos previo al acto, en el lugar desde donde habremos de hablar, a título de pre- adaptación.
DURANTE NUESTRA ACTUACIÓN.
La concentración es la habilidad más importante de una actuación, y debe cultivarse mediante la práctica.
Mientras estemos exponiendo, concentrémonos en los medios necesarios para conseguir el fin que nos proponemos y este fin llegará por sí mismo.
La voz es determinante en toda expresión. Debemos procurar usarla en nuestro justo tono, llena de naturalidad y gracia, tratando de mantener un volumen adecuado.
Nunca demos cabida a la predisposición, pensando en si tendremos un fallo de memoria.
Nuestra mente debe estar enfocada en recordar y atender todos los detalles.
Es preciso cultivar el arte y la habilidad de mantener la mente centrada a pesar de las distracciones que siempre tendremos al hablar en público.
Es prudente tener presente que la perfección no es posible, solo Dios es perfecto.
Ante un error, no bajemos nuestras expectativas, aceptemos que somos humanos y que es normal cometer errores, pero que sabremos enmendarlos, porque hemos previsto que ellos pueden llegar y cuando lo hagan, no debemos entrar en pánico.
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