La atención y las pausas son dos elementos fundamentales en la oratoria, ya que contribuyen a la claridad, el impacto y la efectividad del discurso.
La atención, es la capacidad del orador para captar y mantener el interés del público. Sin atención, el mensaje no llega de manera efectiva.
Aquí hay algunas claves para lograrlo:
Conexión emocional: Utilizar historias, ejemplos o anécdotas que resuenen con el público.
Lenguaje claro y conciso: Evitar términos complicados o frases largas que puedan confundir.
Contacto visual: Mirar a los ojos del público para generar confianza y conexión.
Variación en el tono de voz: Cambiar el volumen, la velocidad y la entonación para evitar la monotonía.
Gestos y movimientos: Usar el lenguaje corporal para enfatizar ideas y mantener la atención visual.
Las pausas, son momentos de silencio estratégicos que el orador introduce en su discurso. Son poderosas porque permiten:
Dar énfasis: Una pausa antes o después de una idea clave resalta su importancia. - Ejemplo: "Lo más importante es... (pausa) ...la perseverancia".
Permitir la reflexión: El público necesita tiempo para procesar la información.
Controlar el ritmo: Evitar un discurso acelerado y darle un respiro al oyente.
Generar expectativa: Una pausa bien colocada puede crear suspense y mantener al público atento.
Mejorar la claridad: Separar ideas complejas con pausas ayuda a que el mensaje sea más comprensible.
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