Durante muchos años se acuñó la frase latina: "Verba volant, scrīpta mānent" (las palabras vuelan, lo escrito queda) pronunciada por Cayo Tito en un discurso ante el senado romano.
En nuestro español moderno se traduce como: 'lo escrito, escrito está y a las palabras se las lleva el viento."
Alude este criterio a la fragilidad y poca durabilidad de la palabra oral que puede ser olvidada, no escuchada o incomprendida contrario a la palabra escrita que es duradera y firme.
Sin embargo, hay elementos dentro de la palabra hablada que la convierten en inolvidable e indestructible:
Lo que se dijo.
El tono en que se dijo.
El volumen de la voz.
La entonación que se usó.
La velocidad con que se habló.
Las inflexiones que se usaron.
Las pausas y silencios exhibidos.
El ritmo Utilizado.
En el consciente e inconsciente de las personas queda la sensación de la palabra que se habló y de que manera se habló.
Si fue sarcástico, irónico o sincero, si fue grosero o respetuoso, si se dirigió con amor y odio, con deseo o hartazgo, con veracidad o falsedad, etc.
La oralidad comunica directamente a las emociones y sensaciones y esto se impregna en el alma.
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