La intención comunicativa es el propósito que perseguimos cuando emitimos algún mensaje.
Si queremos informar, nuestro mensaje tendrá ciertas particularidades.
Si el objetivo es convencer o persuadir a alguien, la estructura y características del mensaje cambiarán.
No obstante, un mismo mensaje puede tener más de un propósito.
Un texto, por ejemplo, puede tener varias intenciones comunicativas, aunque una o dos, es la que realmente deseamos resaltar.
Le ofrezco algunos puntos y estrategias:
1. Usted debe entrar en el pensamiento de su interlocutor, lograr que él le asimile a usted como ser humano y como expositor.
No bastan las palabras elocuentes y exactas para lograr un excelente mensaje.
Es necesario que el receptor capte la intención implícita del expositor. (De nada valen palabras extraordinarias si el receptor o más modernamente, perceptor, no las acoge).
2. Usemos siempre las palabras llanas y sencillas, llegan más a la gente a quien nos dirigimos, de acuerdo a su instrucción y círculo social mismo.
No utilice palabras decoradas. Use las comprensibles, esto no le quitará sofisticación a su exposición.
3. Póngase en el lugar de su interlocutor. Piense como a él le gustaría que le hablaran.
Use su voz en el tono y entonación adecuados.
Una voz ficticia, chillona, engolada, unida a unas inflexiones desajustadas, convertirá el mensaje en frío y vacío.
Tome una grabadora sencilla y grabe su voz, así tendrá una idea de cómo sonará al exponer.
4. Cree congruencia entre su voz y sus gestos.
No ponga a competir sus palabras con sus gestos o sus movimientos.
Deseche la inclinación de usar las manos para llenar vacíos del habla.
Esto es incorrecto porque cansa y desespera a los interlocutores.
5. Vaya directo al grano.
No empiece a dar vueltas a las palabras para al final pasarse cinco minutos hablando lo que puedo haber dicho en dos y a veces en un minuto.
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