Según un antiguo dicho, "el que duda está perdido". Lo mismo se puede decir de cualquiera que deba hablar en público.
Si fija en la mente una incertidumbre, iniciará fallando su actuación o exposición.
Quien se dirigirá a los demás, debe dar la más contundente muestra de seguridad en sí mismo y por tanto en lo que dice.
Sería absurdo iniciar una alocución o mensaje con “yo creo”, “no sé”, “es posible”, etc.
Lo ideal es, “yo pienso”, “se”, “es cierto”, “considero”.
Los que ascienden en sus vidas y proyectos, son aquellos que se diferencian de los demás.
A menudo esto significa, que son capaces de dar un paso al frente y ofrecer un mensaje claro y convincente.
Si somos capaces de hablar con firmeza, no sólo atraeremos la atención del público sobre nuestro discurso, sino que, también ofreceremos la imagen de alguien preparado para el liderazgo.
La gente sigue, a quienes demuestran fortaleza y determinación.
Un discurso pronunciado con seguridad, atraerá adeptos. Una disertación plasmada con indecisión hará daño al expositor y a su público.
Recuerde siempre que un discurso de éxito le hará destacar, pero uno fracasado le perjudicará.
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