La concentración es la habilidad más importante de una actuación, y debe cultivarse mediante la práctica.
Mientras estemos exponiendo, concentrémonos en los medios necesarios para conseguir el fin que nos proponemos y este fin llegará por si mismo.
La voz es determinante en toda expresión. Debemos procurar usarla en nuestro justo tono, llena de naturalidad y gracia, tratando de mantener un volumen adecuado.
Nunca demos cabida a la predisposición, pensando en si tendremos un fallo de memoria. Nuestra mente debe estar enfocada en recordar y atender todos los detalles. Es preciso cultivar el arte y la habilidad de mantener la mente centrada a pesar de las distracciones que siempre tendremos al hablar en público.
Es prudente tener presente que la perfección no es posible, solo Dios es perfecto. Ante un error, no bajemos nuestras expectativas, aceptemos que somos humanos, que es normal cometer errores, pero que sabremos enmendarlos, porque hemos aceptado que ellos pueden llegar y cuando lo hagan, no debemos entrar en pánico.
