El éxito de un buen orador dependerá siempre, de la combinación de los siguientes factores:
INTEGRIDAD: La práctica oratoria ejercida por una persona cuyo comportamiento habitual no resulte digno de confianza, no puede ser eficaz, porque las acciones desmentirían las palabras.
CONOCIMIENTO: Adquirir los conocimientos necesarios para llegar a ser buen orador es tarea de toda una vida.
La cultura general da al orador un vocabulario variado y le asegurara UN DOBLE BENEFICIO: Lo que diga, lo dirá mejor y más congruentemente, y además cuanto más extensa y alta sea su cultura, mas podrá conmover a auditorios elevados.
CONFIANZA: no merece confianza quien no sabe inspirarla. El (la) orador(a) que tiene plena confianza en sí mismo, se mantiene erguido, cómodo, con gestos despejados y naturales, conserva el contacto visual y directo con los oyentes y habla con voz enérgica y clara.
DESTREZA: facilidad de palabras, control de la voz y coordinación de los movimientos corporales, son los atributos necesarios y esenciales del orador experto.