Lo importante es "ocuparse", no preocuparse.
Preocuparse excesivamente por el futuro no alivia las aflicciones futuras, sino que consume la energía y la capacidad de disfrutar el presente.
La preocupación consume la vitalidad del momento actual sin resolver los problemas venideros, dejándo a las personas sin la fuerza necesaria para afrontarlos o para vivir plenamente el día de hoy.
La preocupación es una carga innecesaria que agota, en lugar de solucionar.
Estar enfocado en el mañana, se pierde la capacidad de disfrutar o de ser productivo en el hoy.
La preocupación a menudo se dirige a situaciones que escapan a nuestro control, por lo que es un esfuerzo en vano.
La preocupación puede generar ansiedad, frustración, nerviosismo, miedo e impotencia, afectando la concentración, el sueño y los hábitos alimenticios.
Alternativas constructivas:
En lugar de preocuparse, se sugiere planificar, priorizar tareas y delegar o dejar de lado aquello que no se puede solucionar inmediatamente, liberando así la mente para el presente.
Fuente: IA