La red resiste la censura: Internet interpreta la censura como un "ataque" y tiende a replicar el contenido censurado como forma de resistencia.
Autonomía del contenido: Una vez que la información se viraliza, es imposible controlarla, especialmente en la era digital.
Ejemplos destacados:
Eróstrato (356 a.C.): Un pastor que incendió el Templo de Artemisa para ser famoso. Las autoridades ordenaron borrar su nombre de la historia, pero esto solo lo hizo más conocido.
"Citizen Kane" (1941): El magnate William Randolph Hearst intentó censurar la película por sus paralelismos con su vida, pero esto solo reforzó su legado.
"La vida de Brian" (1979): Prohibida en Noruega e Irlanda, lo que aumentó su taquilla y popularidad.
Caricaturas de Mahoma (2005): La polémica por su publicación en Dinamarca llevó a una difusión global y debates sobre libertad de expresión.
Beyoncé (2013): Su equipo pidió retirar fotos "poco favorables" de BuzzFeed, pero el medio las publicó en una galería convirtiéndolas en virales.
"Fariña" (2018): La prohibición del libro sobre narcotráfico en Galicia lo convirtió en un éxito de ventas en España.
Caso reciente en Glastonbury (2024): La censura a un grupo por mostrar una bandera de Hizbulá en un concierto generó más apoyo y atención mediática.
Fomenta la transparencia: Demuestra que en la era digital, la censura es cada vez más difícil..
Psicología humana: La prohibición activa el deseo por lo "prohibido", un fenómeno estudiado en psicología como reactancia.
El efecto Streisand es un recordatorio de que, en muchos casos, la mejor estrategia para evitar la difusión de algo es no intentar censurarlo.
Desde la antigüedad hasta la era de las redes sociales, este fenómeno sigue siendo relevante, especialmente en contextos de libertad de expresión y derechos digitales.