El concepto de "filípicas" fue retomado por Cicerón, quien también llamó así a sus discursos contra Marco Antonio en la antigua Roma.
En un contexto moderno, se puede usar el término "filípica" para describir cualquier tipo de reprimenda o crítica duradera y enérgica dirigida a una persona o a una situación.
Es una forma de denuncia que suele implicar un fuerte sentido de moralidad o justicia.
La estructura de una filípica suele seguir un patrón retórico clásico diseñado para persuadir y conmover a la audiencia.
Estos son los elementos principales que suelen componer una filípica:
Introducción (Exordio): El orador capta la atención de la audiencia y establece el tono del discurso. Puede incluir una breve referencia al tema principal y una apelación emocional para preparar a los oyentes.
Narración (Narratio): Se presenta el contexto y los hechos relevantes que justifican el discurso. Aquí, el orador expone las acciones o situaciones que serán criticadas.
Proposición (Propositio): El orador declara claramente su tesis o el punto principal del discurso. Esta sección establece lo que se va a argumentar o demostrar.
Confirmación (Confirmatio): Se presentan los argumentos y evidencias que apoyan la tesis. Esta parte es crucial para persuadir a la audiencia, utilizando lógica, ejemplos y testimonio.
- Refutación (Refutatio): El orador anticipa y desmonta posibles objeciones o contraargumentos. Esta sección fortalece la posición del orador al mostrar que ha considerado y puede refutar las críticas.
- Conclusión (Peroratio): Se resume el argumento principal y se hace un llamado a la acción o una apelación emocional final. El objetivo es dejar una impresión duradera en la audiencia y motivarla a actuar.
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